martes, 9 de octubre de 2012

Las terrazas de Pamukkale




 
 
Hoy he recibido una preciosa postal de Postcrossing, la envia una chica llamada Lina de Ucrania. Es un recuerdo de sus vacaciones. La imagen es impactante.
Y la curiosidad hizo que entrara en internet (¿qué hacíamos antes?) para saber algo más de las terrazas de Pamukkale, en Turquía.
 
 
 
 
 
 
 
Estas terrazas se encuentran en Turquía, en el valle del río Menderes, en la provincia de Denizli y su nombre significa "castillo de algodón" en turco.
Es una zona natural de gran atracción turística porque tiene un clima templado casi todo el año.
Estas terrazas se originaron por los movimientos tectónicos que tuvieron lugar en la depresión de la falla de la cuenca del río Menderes, que no sólo causaron terremotos sino que también ocasionaron la aparición de fuentes de aguas termales, así nació Pamukkale.
Estas formaciones tienen el aspecto de terrazas en forma de medialuna que contienen una capa de agua poco profunda formando escalones de 1 a 6 metros de altura, con estalactitas que unen y sostienen estas terrazas.
Este fenómeno natural produce gruesas capas blancas de piedra caliza y travertino que bajan en forma de cascadas por la ladera de la montaña, dando la sensación de estar ante una catarata congelada.
Entre las rocas más antiguas se pueden encontrar mármoles cristalinos, cuarcitas y esquistos, del período del Plioceno. La capa superior es de la era Cuaternaria.
Su blanco deslumbrante se lo dan los depósitos de carbonato de calcio.
Estas fuentes eran muy conocidas en la antigüedad, fueron descriptas por el arquitecto romano Vitruvio. Los griegos frigios atribuyeron a sus aguas propiedades terapéuticas.
Las ruinas de Hierápolis, antigua ciudad helenística, se encuentran también en Pamukkale.
La antigua ciudad de Hierápolis se construyó en lo alto del "castillo" blanco, tiene en total 2700 metros de longitud y 160 metros de altura.
Hierápolis junto con Pamukkale, está declarado Patrimonio de la Humanidad desde 1988.
 
 
 
 
 
 
Estas terrazas forman verdaderas piscinas naturales y sus aguas poseen el sorprendente efecto de cambiar de color de acuerdo a la luz del sol, producido por el carbonato cálcico. Pasan del color blanco, al azul, verde o naranja; y por la solidificación del carbonato forma extrañas cascadas solidificadas al derramarse las aguas por los distintos desniveles.
He leído que muchas personas recomiendan aprovechar los efectos curativos de estas aguas para combatir el asma y el reumatismo.





 
 

Esto lo pondré en mi lista de "Cosas que me gustaría hacer antes de... "
Saludos.
Mary.