viernes, 30 de noviembre de 2012

Gilda


Hoy 30 de noviembre Gilda cumple 12 años.
Si fuera un ser humano sería un pre-adolescente.
Pero es una perrita, y ya ha vivido casi toda su vida.
Gilda  es de la raza cocker spaniel americano.


Gilda con un añito.


Cuando la ví por primera vez en la tienda de veterinaria estaba en una jaula junto con dos de sus hermanitos.
Ellos inquietos ladraban y se movían de un lado al otro de la jaula y sacaban sus patitas como diciendo llévame. En cambio Gilda estaba en un rincón muy quieta observando, tenía unas pestañas tan grandes, que al verla me dí cuenta del porque de su nombre, era como ver a Rita Hayworth en su papel de Gilda.
Sus largas orejas parecían cabello y con esas pestañas, cuando miraba, era Gilda.
Había decidido no tener mascotas en casa. Trabajando muchas horas, un piso no muy grande y familia numerosa, no tenía mucha elección. Demasiado trabajo, poco espacio y menos tiempo que dedicar.
Pero la hija menor con 15 años me dice un día:
-Mamá, me voy a ir de la infancia y de la adolescencia sin haber tenido nunca una mascota.
Yo, pensando en mi propia infancia en una casa grande con jardín y con pequeño huerto, teníamos perro, conejos, gallinas, pájaros y hasta una oveja. Más todos los gatos que iban y venían de la casa de los vecinos.
Al final, me decidí, los hijos ya eran mayorcitos para asumir alguna responsabilidad, así que pensé, entre los tres se ocuparán de la mascota (craso error)
Salí un 14 de febrero, hacía un día típico de invierno, frío y lluvia. Pasé por tres tiendas de animales diferentes, y no me decidía. Primero pensé: una tortuga, cuando las ví, las descarté porque parecen culebras con caparazón; lo siguiente fue gato, pero el mayor es alérgico al pelo del gato, pues sólo quedaba perro.
Ahora sólo tenía que decidir su tamaño. Pensé raza mediana. Y así fue como me decidí por Gilda.
Tenía dos meses. Como llovía la puse sobre mi pecho, la tapé con mi abrigo y así caminando a casa.
La solté en el salón. Hice la comida. Y cuando llegaron los chicos. Bueno, no se lo podían creer.
Mi hija me dice:
-Mamá ¿cómo es que este perrito está aquí, se lo estás cuidando a la vecina?
Esa noche, la dejé en la cocina, dentro de una caja.
Y como había estado de brazo en brazo, no dejaba de lloriquear. Las niñas se levantaron y la llevaron a dormir con ellas. Hasta hoy.
El primer año la sacaba por la mañana el hijo, la medio día una hija y a la noche la otra hija.
Luego con los horarios de sus estudios, como el hijo no podía la sacaba yo. 
Resultado, ahora la saco yo. salvo algún día que recibo ayuda.


Descansando del paseo


Todos estos años con Gilda en casa han sido buenos para todos nosotros. Mejoras como ser humano.
Ahora que ya dos hijos no viven en casa, es nuestra gran compañía. Mi hija menor (ya mayor), Gilda y yo.


Navidades 2011, disfrazada de reno

Ahora viendo las fotos, veo que ya se le notan los años.
En agosto de 2011 tuvieron que operarla de hernias discales.
Este verano, otra operación. Lo último es que tiene un insulinoma del pancreas, suena mal. Y no tiene solución.
Sigue siendo nuestra mascota. Es un integrante más de nuestra familia.
¿Qué será de su futuro? ¿Y del nuestro?
¡Feliz cumpleaños Gildita! ¡Te queremos!