Yo adivino el parpadeo
de las luces que a lo lejos,
van marcando mi retorno.
Son las mismas que alumbraron,
con sus pálidos reflejos,
hondas horas de dolor.
Y aunque no quise el regreso,
siempre se vuelve al primer amor.
La quieta calle donde el eco dijo:
"Tuya es su vida, tuyo es su querer",
bajo el burlón mirar de las estrellas
que con indiferencia hoy me ven volver.
de las luces que a lo lejos,
van marcando mi retorno.
Son las mismas que alumbraron,
con sus pálidos reflejos,
hondas horas de dolor.
Y aunque no quise el regreso,
siempre se vuelve al primer amor.
La quieta calle donde el eco dijo:
"Tuya es su vida, tuyo es su querer",
bajo el burlón mirar de las estrellas
que con indiferencia hoy me ven volver.
En septiembre de 2011 y después de 22 años he vuelto a Argentina.
Cuando salí de allí con 38 años, casada y con tres hijos, sabía que existía la posibilidad de no regresar nunca, como le había ocurrido a mis padres.
Por suerte me equivoqué.
Mi primo Emilio me había invitado dos años antes a la fiesta de 15 años de su hija mayor Paula.
Y aunque en un primer momento, le dijé que sí. Qué iríamos, si no podía ser toda la familia, sería una parte, mis hijos, aunque no fuera yo.
Pero de nuevo ocurrió algo inesperado que lo cambió todo. Mi marido no quería ir con la excusa de siempre "el trabajo" (somos autónomos), el hijo mayor y la hija menor tenían en ese momento los dos contratos nuevos en sus respectivas profesiones y la hija del medio Laura que es la ahijada de mi primo, quería ir. Y yo no lo tenía muy claro.
Tenía una mezcla de emociones. Ya me había hecho la idea de que no se podía ir y que no iría.
Tampoco me entusiasmaba mucho la idea de comprar unos billetes de avión tan caros con tan poca antelación.
Y fue Laura la que terminó de inclinar la balanza hacía el SI VAMOS.
Fue tan rotunda y contundente, que me terminó de convencer.
Dijo algo así:
-Mamá nunca vas a ser más joven que hoy, y si dices que ahora no puedes cuando pase más tiempo no va a ser más fácil.
Con esas lapidarias palabras me convenció.
Volver,
con la frente marchita,
las nieves del tiempo
platearon mi sien.
Sentir, que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada,
que febril la mirada
errante en las sombras
te busca y te nombra.
Vivir,
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo,
que lloro otra vez.
con la frente marchita,
las nieves del tiempo
platearon mi sien.
Sentir, que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada,
que febril la mirada
errante en las sombras
te busca y te nombra.
Vivir,
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo,
que lloro otra vez.
Superados todos los papeleos, compra de billetes, ajustar los días para que mi hija regresara a tiempo a su master, salimos hacia Argentina.
El vuelo fue tranquilo y pude levantarme cada cierto tiempo para mover un poco las piernas.
Al llegar al aeropuerto de Ezeiza me estaban esperando mis primos y sus familias.
Me quedé medio paralizada. En la planta baja estaba mi prima con su hija y en la planta de arriba mi primo y su familia. No sabía a quién saludar primero. Fue una abalancha de abrazos cruzados y de mirarnos: ellos a mí y yo a ellos (yo con 60 mayos cumplidos) y conociendo a toda la nueva generación de mi familia, la chavalería. Laura tenía 7 añitos cuando llegamos a Madrid y ahora tenía 28. No recordaba nada de Buenos Aires, y aún así reconoció a su madrina y su padrino (son hermanos).
Tengo miedo del encuentro
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida.
Tengo miedo de las noches
que, pobladas de recuerdos,
encadenen mi soñar.
Pero el viajero que huye,
tarde o temprano detiene su andar.
Y aunque el olvido que todo destruye,
haya matado mi vieja ilusión,
guarda escondida una esperanza humilde,
que es toda la fortuna de mi corazón.
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida.
Tengo miedo de las noches
que, pobladas de recuerdos,
encadenen mi soñar.
Pero el viajero que huye,
tarde o temprano detiene su andar.
Y aunque el olvido que todo destruye,
haya matado mi vieja ilusión,
guarda escondida una esperanza humilde,
que es toda la fortuna de mi corazón.
Ya completamente relajada, después de ese shock emocional, nos organizamos para salir del aeropuerto, primero nos despedimos de mi prima y su niña. Y luego montamos en el coche de mi primo. En cuanto salimos del aeropuerto puso un CD de Carlos Gardel: VOLVER.
Creo que fue para verme soltar alguna lagrimita.
Pero yo ya era tanguera antes de que él hubiera nacido. O sea que no me pilló desprevenida.
Y dimos un precioso paseo por la ciudad.
Ahora ya forma parte de mis recuerdos, de mis mejores recuerdos.
Espero volver a Argentina algún día asumiendo que ya seré mayor que hoy.
Hasta la próxima. Mary.
Ahora ya forma parte de mis recuerdos, de mis mejores recuerdos.
Espero volver a Argentina algún día asumiendo que ya seré mayor que hoy.
Hasta la próxima. Mary.
Hola Maryy. Las extraño mucho. fue muy lindo haberlas conocido. Hubiese estado mejor que se hallan quedado mas tiempo pero eso no se pudo hacer.
ResponderEliminaryendo al tema de que esperas volver a Argentina algún día, lo vas a hacer. van a venir a mis 15. y espero que esta ves si se pueda vengan todos tengo muchas ganas de conocerlos. besos, Carlita.
Hola Carlita:
EliminarNosotros también les extrañamos a todos.
Y prometo que iré a tu cumple de 15, si tengo salud para hacer el viaje.
También está la opción de que los festejes en Madrid o viajando por algunas capitales europeas.
Alex, Laura y Analía envían muchos besitos para tí y para Paula, Martín y Silvia.
Te escribiré a tu correo. Saludos para todos.
Mary.